¿Mis preferencias?



En el camino nos encontramos un sinfín de oportunidades de elección tejiendo una red de posibles decisiones que regirán nuestros actos, incluso las consecuencias de ellos.

Siendo de esta forma enfrento el hecho que siguiendo a Jesucristo se nos presenta el mismo reto de tomar buenas y malas decisiones (creía que sería relevada de esta carga) y ahora con un peso añadido de responsabilidad, pues entendemos que estas consecuencias tendrán repercusión por la eternidad, y que de Dios tenemos el conocimiento y el consejo. La Biblia es clara cuando habla inclusive daremos cuenta de las palabras que salgan de nuestra boca. Lo sabemos bien.

Mateo 12:36 “Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio”.

Andando por esta vida y transitando en ella, aunque no es tanto tiempo mis pasos dan con la opción de elegir: muchas veces me he equivocado, muchas veces mis preferencias son solamente eso “mis preferencias”, muchas veces mi voz y pensamiento siguen el consejo de Dios pero mis acciones van en vía contraria.

Así un mundo de posibilidades, un mundo repleto de probabilidad de error gigante, y a su vez y lo único que me alienta: un DIOS cuya misericordia, gracia y amor son tan grandes como haberlo manifestado en el sacrificio de su único hijo, Jesucristo.

Aunque tengamos nuestras preferencias, no debemos vacilar al preferir y buscar hacer lo que de Dios no es opcional. 

Sus mandamientos no están en desuso, permanecen vigentes para todas las generaciones. El mismo Señor Jesús los engrandeció al cumplirlos.

Lucas 10:25-28 “Y he aquí, cierto intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Y Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? 27 Respondiendo él, dijo: Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Entonces Jesús le dijo: Has respondido correctamente; haz esto y vivirás”.

El que ama realmente no daña ni destruye, no obra para mal.

De allí comparto la idea que un lineamiento claro para tomar decisiones debería ser observar si estas cumplen con los dos mandamientos donde están encerrados todos los demás:

  • Mis decisiones honran a Dios.
  • Mis decisiones no hacen daño a los que me rodean.          
    ¿Cuál opción elegiremos?
    ¿Qué preferiremos?
    Eclesiastés 12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo”. 

    El acercarnos a Dios es nuestro bien y el buscar su voluntad nos asegura lo que de Él es perfecto, bueno y agradable a nuestra vida en la perspectiva de Dios y no la nuestra.

                                                                                                                                                   Meligsa Funes

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