Existen diferentes tipos de personas.
Las personas que atrapan
tu atención a "primera vista" y aquellas que despiertan interés después de una "tercera
vista", la cuarta o quizás la quinta; pero, ya dejemos de contar porque los números son infinitos.
Con el primer tipo a veces tenemos ese
momento de ver estrellas, porque, estas personas parecen salidas de la tv (bueno, no siempre). Puede ser por su físico impactante o porque algunas hacen gala de ese carisma que te
deja boquiabierto.
Mas hoy, especialmente, quiero dedicar estas
cortas líneas a aquellas personas que luego de una primera impresión no parecieron
tan esplendorosas, ni tan geniales, ni tan interesantes, ni nada; y, que simplemente
un día, al pasar el tiempo mientras te relacionas con ellas terminan atrapándote.
No sucede de manera fugaz, sino en el proceso de
llegar a conocerlas poco a poco, profundamente.
A estas personas las vemos por fuera y
percibimos también como son internamente, como piensan, como sienten desde su
corazón.
Gota a gota y paso a paso nos damos cuenta que también son estrellas.
Son personas naturales, espontáneas, comunes y
cuando te acercas a ellas quieres que sigan siendo parte de tu vida, bueno,
tenemos excepciones.
Les recuerdo, todo esto siguió a nuevos encuentros e interacciones.
Ahora, es preciso hacer una aclaratoria:
estar en el tipo de personas de “primera vista” no es algo negativo, y, si es posible, que ese primer fulgor perdure para siempre.
No sé cuántas vistas sean necesarias para
percatarse lo maravillosa que puede llegar a ser una persona, y de hecho, las
personas en sí mismas ya son así.
Me gusta mucho estas palabras que aparecen en
Salmos
139:14:
“Te
alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”.
Afirman que como
creación de Dios todas las personas ya son una obra grandiosa. Sería
conveniente hacer real ese pensamiento cada vez que observamos e interactuamos
con todos. ¿Cierto?
Claro, no podemos negar que en el compartir con otros
cedemos a la afinidad, a lo que nos atrae y podemos llegar a la exclusión (Mmm, este no es el tema).
Lo que es indudable es lo siguiente: todas las personas son dignas de una segunda oportunidad en cuanto a relacionarnos
con ellas.
Es más confiable aquello que conocemos bien.
No basta un vistazo y una atracción pasajera, no basta la punta del iceberg, la simple superficie o lo que nos gusta ver.
Podríamos dejar pasar a alguien irreemplazable o aceptar a otro que no nos conviene.
Sí, al darse el tiempo para conocer la
diversidad, para eso está la variedad. Sí, a la curiosidad. Sí, a reflexionar
lo que es merecedor de una persona y lo que es preciado, eso que no se agota ni se daña con el pasar de los años. Eso debes buscar por tu propia cuenta y es una
sugerencia.
Con estas palabras quiero realzar a todos
los que están en la categoría de segunda vista o más, pues, los números son infinitos.
Aquí otra aclaratoria: entrar en esta
clasificación de “ segunda o tercera vista” no es malo.
Es cuestión de tiempo que alguien un día
tenga la particularidad de acercarse un poco más y conocerte más allá de la primera impresión.
Estas serán las personas que querrás que se
queden contigo siempre. Cuando te encuentres con ellas y ellas
contigo no querrán dejarse ir.
Me despediré con este poema que se me
ocurrió después de recordar a alguien que capturó mi atención a… “N”… veces
de vistas.
Y en honor a todos ustedes. Espero lo disfruten.
Para leer el poema haz click en el siguiente enlace:
Y en honor a todos ustedes. Espero lo disfruten.
Para leer el poema haz click en el siguiente enlace:
By Mel Funes
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