Las palabras
compiten por ser tontas cuando la boca de quien las pronuncia miente con su
proceder.
¿Por qué
permites que manchen su reputación y se vean a sí mismas inútiles y faltas de
significado?
Las
impulsas a retractarse de ser, prefiriendo no ser expuestas.
Ruegan quedar
guardadas evitando pasar vergüenza, debido a que ellas se inventaron para ser
verdaderas, no huecas.
No destrones
su prestigio y muérdete la lengua, hasta que tus acciones muestren que ellas
son ciertas.
Dueño de
tu boca y de las palabras que expresas, aunque pierdas tu criterio aprende de
la experiencia. Ya no utilices el discurso a tu conveniencia, ten conciencia. ¡Acierta!
No mates
su belleza, sino, es nuestra súplica: que tus labios enmudezcan.
Salmos 31:18 “Queden en silencio los labios mentirosos, que hablan con burla y desprecio, y ofenden al hombre honrado”.
Proverbios 12:19 “Los labios veraces permanecerán para siempre,
pero la lengua mentirosa, sólo por un momento”.
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